Desde que la ONU estableció el 5 de octubre de 1994 el primer Día Mundial del Maestro como conmemoración a la primera vez que se celebraba una conferencia internacional para tratar la situación de los docentes, celebramos en muchos países la labor que llevan a cabo, pues si los alumnos son el fin en torno al cual ha de orquestarse el sistema educativo, los docentes son el vehículo transmisor del conocimiento de buena parte del legado cultural de una sociedad.
Nadie debe dudar que la educación es la mejor herencia que puede dejarse a todos los niños y niñas, porque es la pieza clave para el desarrollo económico y social de un país, por lo tanto, a la hora de formar ciudadanos para que contribuyan a un futuro mejor.
“Sólo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe” Unamuno
La Educación Española cuenta hoy día con la generación de docentes más cualificada en su historia, ya que la educación hoy en día avanza y se reinventa a pasos agigantados, paralela a los cambios que experimenta, y nuestros docentes ya no son meros transmisores de conocimiento, sino canalizadores de sus disciplinas, a las que aplican las nuevas tecnologías, atentos a la diversidad del alumnado, a los valores morales de la sociedad plural, e incluso utilizan diferentes lenguas maternas.
Sin embargo en algunas ocasiones los docentes no reciben el reconocimiento que realmente merecen, cuando deben ser referentes de prestigio y respeto, y una sociedad que no valore a sus docentes, estará desacreditando la labor educativa y, consiguiente, su legado cultural. Si no, escarben en su memoria y díganme si no encuentran el nombre de algún docente que ayudó a descubrir su camino profesional, o el placer de la lectura, o la curiosidad por el funcionamiento del mundo.
¿Qué maestro o maestra no les enseñó que la verdadera satisfacción de lograr lo que uno quiere ha de deberse a los méritos propios, sin trampas, sin artimañas, desde la honradez?