Que los niños y niñas estén en contacto con libros y cuentos desde edades tempranas favorece no sólo su interés hacia la lectura; también influirá en su desarrollo integral. Este proceso de introducción a la lectoescritura debe producirse de manera gradual porque dependerá de su nivel de madurez y un conjunto de factores de tipo psicológico, fisiológico, intelectual, emocional o ambiental relacionados con los estudiantes. “Nuestro principal objetivo es fomentar el aprendizaje a través del descubrimiento, partiendo de unas unidades significativas que tengan sentido para los niños, teniendo en cuenta las características individuales del grupo, mediante técnicas adecuadas y materiales específicos”, expone Marisol Gracia, educadora infantil.
Recursos y metodologías de utilidad
La introducción de la lectoescritura en el aula puede realizarse de distintas formas. En este sentido, existen multitud de recursos que incluyen fichas creativas, cuadernos de ejercicios, métodos de entrenamiento o aplicaciones para tabletas como ‘Cópiame’. Además, está la web para Infantil ‘La isla de las letras’: forma parte del Proyecto Medusa del Gobierno de Canarias e invita a trabajar la lectoescritura a través de secuencias didácticas y actividades en las cuales los niños diferencian las mayúsculas de las minúsculas, completan puzles, identifican una vocal o consonante concreta entre una lluvia de letras…
Con independencia del tipo de recurso que se elija, “la forma de introducir el proceso lecto-escritor tiene que ser lúdica y creativa con materiales manipulativos-estimuladores, representaciones teatrales, actividades cooperativas donde les dejemos inventar juegos de letras y palabras…”, sostiene María Teresa Añíbarro, maestra de Infantil en el Colegio Compañía de María de Valladolid.
En cuanto a metodologías, se trata de personalizar el proceso de la lectoescritura e intentar introducir diferentes metodologías para su aprendizaje. ¿La razón? Observar cuál de ellas se adapta mejor a cada estudiante y le motiva más porque cada uno tiene unas características y necesidades distintas. Es importante que durante este proceso “la escritura vaya a la par de la escritura”, recuerda Añíbarro.
Un ejemplo de ejercicio que puede plantearse es que inventen su historia con forma de cuento en unas hojas en blanco. Los juegos de letras, palabras y frases también son aconsejables junto a la lectura diaria; este hábito no sólo debe practicarse en el colegio sino también en casa y los niños pueden incorporarlo a su rutina cotidiana, por ejemplo, antes de irse a dormir.
Mejora académica, de la atención, concentración…
Deseo de aprender, un vocabulario que cada día es más rico, habilidades de comunicación mejoradas, o mayor autonomía, autoestima y creatividad. La lectoescritura favorece el desarrollo de muchas destrezas y habilidades personales que, si se trabajan en el tiempo, harán de la lectura un hábito de vida. “Expertos en Literatura Infantil aseguran que la exposición temprana a cuentos, historias, canciones y poesías aportan significativamente una base en el aprendizaje de la lectoescritura y, al mismo tiempo, fomenta la imaginación y la creatividad de los niños”, explica Gracia.