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La escritura a mano es maravillosa

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Sería extraño compartir nuestras impresiones sobre la satisfacción de escribir a mano sin que nuestro interlocutor nombre las ventajas de las nuevas tecnologías (que, en realidad, ya no son tan nuevas). El caso es que nadie -o casi nadie- está en contra de los procesadores de textos. Muy al contrario: su eficacia está fuera de duda.

Pero estábamos hablando de “satisfacción”, no de productividad, de eficacia o de comodidad. Y es que escribir a mano con un articulo hermoso y de calidad (un bolígrafo, una pluma estilográfica, un portaminas…) sobre un esmerado cuaderno es todo un placer. Las personas aficionadas a la escritura en papel no se embarcan en esta tarea por obligación, sino por hobby, o por necesidad espiritual, si se prefiere. Disfrutan haciendo sus anotaciones con letra de su puño y letra, no con una fuente tipográfica impersonal carente de matices humanos.

La escritura, ayer y hoy

Antiguamente, la escritura era forzosamente manuscrita. No existía la estilográfica, y el bolígrafo, aunque creamos que lleva con nosotros desde la creación del mundo, es un invento que no cobró forma hacia 1938.

Hoy día son cada vez más las personas que vuelven a los orígenes (si acaso alguna vez los abandonaron) para retomar la escritura manuscrita. Sí, en la era de Internet, los teclados informáticos y las pantallas táctiles existe un grupo muy numeroso de personas selectas que no renuncian a escribir a la vieja usanza.

Y no son pocos los escritores profesionales -o tan solo aficionados- que necesitan dar rienda a sus pensamientos, reflexiones o proyectos literarios escribiendo a mano. J.K. Rowling, la exitosa autora británica, redactó la primera novela de Harry Potter con bolígrafo y papel, sentada a una mesa de un café de Edimburgo. Puede que con una maquina de escribir o con un ordenador hubiera ido más rápido, pero no era la velocidad lo que a ella le interesaba, sino crear un entorno creativo en el que se sintiera a gusto. Rowling encontró en ese papel y en ese bolígrafo la magia creativa que acabó por traspasar a sus aprendices de mago.

Pero no es el único caso de escritor que escribe (o escribía) a mano. Otros ejemplos: Pablo Neruda, Kazuo Ishiguro, Miguel Delibes, Carlos Fuentes, etc. Por no hablar de Paul Auster, quien acostumbra a redactar el primer borrador de su puño y letra antes de pasarlo a máquina. Como él mismo explica, no encuentra relax ni inspiración al poner sus manos en un teclado.

Ventajas de la escritura manuscrita

En fin, queda claro que para muchas personas la escritura ha de ser artesanal, y cuando salen de ese entorno su creatividad acaba perdiendo puntos.

Pero hay otras ventajas. Diversos estudios científicos han demostrado que la escritura manuscrita prima la concentración y el nivel de expresividad. Por ese motivo se recomienda que nunca perdamos este hábito. Resulta que al escribir a mano nuestro cerebro se retroalimenta de nuestras acciones motoras. El tacto del lápiz y del papel y la visualización mental del trazo de la línea activan nuestro cerebro mucho más que si usáramos un teclado. Y los propios movimientos que realizamos al escribir con pluma o bolígrafo sellan una huella de recuerdo motor en nuestro cerebro que redunda positivamente a la hora de reforzar nuestros recuerdos.

Podríamos decir, por tanto, que nada es tan moderno ni tan saludable como dejar constancia de nuestro paso por el mundo (sea escribiendo nuestros deseos, reflexiones o inquietudes) con la ayuda de un bolígrafo o de una pluma estilográfica.